En este caso, el por qué del refrán es más literal que en otros. En los años 70 del siglo XIX existía en España la editorial Calleja, dirigida por el pedagogo Saturnino Calleja. Una de sus publicaciones más conocidas, cuya primera edición apareció a finales de siglo, fueron los cuentos infantiles ilustrados que entraron en los hogares de miles de españoles gracias a los precios populares que muchos podían permitirse y a las grandes tiradas que imprimía la editorial.
Los Cuentos de Calleja fueron el primer contacto de muchos niños con la lectura, contribuyendo a crear un hábito así como un dicho popular que sigue presente en nuestra habla actual, a pesar de que la editorial cerró hace más de 60 años.
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